Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se glorie. “Efesios 2:8-9”.
Padre Bendito que estás en los cielos, Santificado sea tu Nombre…Dios Todopoderoso, ¡Qué grande es tu Gracia para con nosotros!
Este es un tema muy profundo, y a la vez muy sencillo; sí, es muy sencillo, pero la mayoría de los seres humanos no lo pueden comprender. Este es un tema del que se puede hablar todos los días; es más, “de eso trata la Palabra de Dios”, de su Gracia y de su Amor. Desde el Antiguo Testamento nos damos cuenta que Dios no quiere la muerte de nadie, Ezequiel 18:23 dice: “¿Quiero yo la muerte del impío? dice Jehová el Señor. ¿No vivirá, si se apartare de sus caminos?… Ciertamente la misericordia de Jehová es tan grande, que a lo largo de la historia humana Dios ha estado proveyendo medios para la Salvación del hombre. En el mismo Libro de Ezequiel 18:20 y 21 dice así: “El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él. Mas el impío, si se apartare de todos sus pecados que hizo, y guardare todos mis estatutos e hiciere según el derecho y la justicia, de cierto vivirá; no morirá.”
Nos damos cuenta que Dios no quiere que nadie muera, sino que todos procedan al arrepentimiento. También nos damos cuenta que en la base de la ley, el hombre solo puede ser justificado por las obras, y eso era imposible, en Gálatas leemos lo siguiente: 3:10 “Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas”. y el verso 12 dice: “y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas.”
Cuando hablamos de bendiciones, nos damos cuenta que en la ley la bendición es por obediencia, y en la gracia la bendición es un regalo. La gracia vino por Jesucristo, en tanto que la ley fue dada por Moisés (Juan 1:17).
Es en la Cruz que resplandece la gracia salvadora. La venida del Señor a la tierra no era suficiente, era necesario el sacrificio expiatorio del calvario. Jesús descendió “para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos” (He. 2:9). Por cuanto todos pecaron… Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”. Es Él que vino a ser propiciación por medio de la fe en su sangre” (Ro.3:23-25).
Esta es la gran doctrina de la salvación por la fe solamente, sin obras ni méritos personales para alcanzarla, y que los reformadores tan claramente sacaron a la luz. Veamos que nos dice el Apóstol Pablo: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Ef. 2:8-9).
La humanidad entera no está acostumbrada a recibir regalos grandes, no pueden creer que exista tal amor en el mundo, es allí donde surgen las religiones que imponen a la humanidad cargas o promesas que deben cumplir para obtener ciertos favores espirituales. La humanidad que está cargada de pecado, hombres y mujeres de todas las clases sociales y de todas las razas, llevando a cuestas el peso de sus culpas, no pueden admitir que venga un Dios de Misericordia con voz amorosa diciendo: “Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados y yo os haré descansar”. ¡Solo tienen que creer!, solo, tienen, que, creer.
Los efectos de la gracia en nosotros son maravillosos y completos, hasta el punto que se puede decir de la gracia que es el mismo Señor Jesucristo actuando en nosotros para nuestra salvación. La gracia nos da el total perdón de los pecados. “Cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia”(Ro. 5:20). Somos Justificados por su gracia (Tit. 3:7). Los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia reinarán en vida por Jesucristo (Ro. 5:17 y 21).
Ahora, unas palabras refrescantes para cerrar esta breve meditación; Romanos 8:1-6 “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.
Que Dios Bendiga vuestras almas, mis amados;
Hno. Antulio Meneses