Génesis 19:14-17 NVI “Lot salió para hablar con sus futuros yernos, es decir, con los prometidos de sus hijas. –¡Apúrense! –les dijo–. ¡Abandonen la ciudad, porque el SEÑOR está por destruirla! Pero ellos creían que Lot estaba bromeando, así que al amanecer los ángeles insistieron con Lot. Exclamaron: –¡Apúrate! Llévate a tu esposa y a tus dos hijas que están aquí, para que no perezcan cuando la ciudad sea castigada. Como Lot titubeaba, los hombres lo tomaron de la mano, lo mismo que a su esposa y a sus dos hijas, y los sacaron de la ciudad, porque el SEÑOR les tuvo compasión. Cuando ya los habían sacado de la ciudad, uno de los ángeles le dijo: –¡Escápate! No mires hacia atrás, ni te detengas en ninguna parte del valle. Huye hacia las montañas, no sea que perezcas”.
Yo creo que todos hemos reconocido esta historia; se trata de la destrucción de Sodoma y Gomorra. Dios tuvo misericordia de Lot y de su familia, y envió a sus Ángeles para sacarlos antes que lloviera fuego del cielo. Dios había determinado el castigo sobre estas dos ciudades, por el pecado extremo de las mismas. El fuego cayó y todo fue quemado, hasta el polvo, –no quedó nada con vida. Pero Lot y sus dos hijas se salvaron, gracias al amor y la misericordia de Dios.
Como podemos notar en este relato, Dios envió a sus Ángeles antes de derramar el juicio; y lo ha seguido haciendo durante toda la historia de la humanidad. Dios siempre ha enviado mensajeros para advertir al mundo, que, si no se arrepiente de sus pecados, no podrán salvarse del horrendo juicio que viene sobre la tierra. No sabemos cuándo, pero todo señala que Cristo viene pronto; y, quizá nosotros, los que estamos viviendo esta generación, seamos arrebatados dentro de no muchos días.
Es casi increíble, ver a la mayoría de la gente caminar por este mundo, sin temor de Dios. Deambulando por las calles, ajenos a los desastres que se avecinan. Escuchan a los mensajeros de Dios, a los que predicamos las nuevas de salvación, pero no entienden el mensaje, y piensan que somos un puñado de locos. Como en los días de Noé, se casaban y se daban en casamiento; y, seguían viviendo su vida desastrosa, mientras Noé les predicaba. Todos pensaban que Noé estaba loco construyendo un Arca en medio del desierto; pero, un día comenzó a llover y a llover y a llover… llovió tanto, que toda la tierra se cubrió de agua, y nadie se pudo salvar, solamente Noé y su familia. Cuando el agua los estaba cubriendo, comenzaron a gritar: ¡Noé! ¡Noé!, ¡Noé! ¡sálvanos! Pero, ya era demasiado tarde, Dios había cerrado la puerta, y Noé estaba en el tercer piso de Arca.
Casi seis mil años más tarde, aparece el Hijo de Dios en la tierra. Viene a traernos otra llamada de Emergencia. En su venida, los Ángeles del cielo se hacen presentes con una música celestial que no se puede ni siquiera describir con sonidos humanos. Anuncian que traen al mundo nuevas que son de gran gozo; cantan una canción que difunden por los campos de aquella hermosa tierra de Galilea y que aún tiene sus ecos hoy en día –“¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” Es que ha nacido un Salvador que es Cristo el Señor; efectivamente, nuevas de gran gozo que son para todo el pueblo.
Los Ángeles y todo el cielo se regocijan porque siempre han querido el bien de los hombres. El cielo se regocija porque hace siglos que han estado preparando el terreno para ese nacimiento; hay tremendo gozo porque al fin habrá un Camino que pueda conducir a los hombres a esos recintos gloriosos ante la misma presencia del Dios Eterno. El Dios a quien sirven los Ángeles ha tomado forma humana, se ha sometido a las leyes del hombre y lo hace de la manera más humilde que se pueda imaginar.
Jesús crece y comienza su ministerio que dura tres años con el único propósito de salvar a una humanidad perdida, apartada de Dios, hundida en las profundidades del pecado y maldad. Escoge a un grupo de hombres y los prepara para llevar el mensaje de salvación a todas las criaturas de la tierra. Sus enseñanzas han servido de inspiración a escritores y poetas, y han transformado vidas en todos los rincones del mundo.
Su Palabra es como una LLAMADA DE EMERGENCIA. Justamente antes que Jesús comenzara su ministerio aquí en la tierra, Juan el Bautista apareció predicando y diciendo: ¡Arrepentíos!, porque el reino de los cielos se ha acercado. (Mateo 3:2) Ese mismo mensaje se sigue predicando por miles de mensajeros que Dios tiene aquí en la tierra, pero la gente no quiere escuchar; prefiere vivir en su mundo de libertinaje y adoración a dioses de madera o de metal. Ahora cualquiera puede encontrar un dios a su gusto y antojo, y puede encontrar una religión donde prediquen lo que usted quiere escuchar; hasta se han hecho biblias arregladas que se ajustan a sus falsas doctrinas para engañar a la gente…, y la gente no quiere, o no puede ver la verdad. Los tremendos avances de la tecnología y el desarrollo incontrolable de la ciencia, nos han decepcionado con respecto a la calidad de vida que llevamos actualmente. Las redes sociales han permitido que las comunicaciones se realicen en un pulsar de teclas; y eso nos lleva a pensar, que el mensaje de salvación pudiera llegar mucho más rápido, a todas las familias de la tierra. Sin embargo, son las sectas y las religiones falsas, las que han tomado ventaja, y se han proliferado enormemente, ofreciéndole a la gente paz en este mundo convulsionado, pero los arrastran hacia la condenación eterna.
Pero nosotros seguimos predicando la Biblia. Seguimos predicando el Evangelio glorioso de salvación por medio de Jesucristo, el Hijo de Dios. Es a través de Jesucristo, y solamente por Él, que podemos encontrar a Dios. Jesucristo es el único que nos puede librar de la condenación eterna. Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida, y nadie viene al Padre sino por Él. A los suyos vino, y los suyos no le recibieron; más a los que le recibieron, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.
LA LLAMADA DE EMERGENCIA se sigue dando. La Biblia dice que nadie sabe el día ni la hora, pero también dice que todos los hombres tienen que estar preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá como ladrón en la noche, en un segundo, en un abrir y serrar de ojos. Y es aquí donde vemos el infinito amor de Dios por el hombre; Dios no lo deja en el mar de la ignorancia, ni en el valle de las sombras; Dios le dice claramente que ese día viene, y que se prepare porque sin ninguna duda vendrá. Lo dijo Cristo, y lo predicen los apóstoles y todo el libro del Apocalipsis trata de este tema, para que toda la humanidad sepa de las cosas que han de suceder pronto. Así que la pregunta no debe ser ¿Cuándo será el fin? Eso nadie lo sabe ni puede saberlo por muchas matemáticas que estudie o por más que lea la Biblia. Lo que debe preocupar al hombre es que ese día llegará. Puede ser este mismo día, esta noche, o puede ser que aún falte mucho tiempo para eso. Pero, ¿y si viene hoy mismo? ¿Está usted preparado? Quizás recuerde usted a un criminal que fue crucificado a un lado de Jesús el Hijo de Dios; y que, después de haber vivido una vida desastrosa, en el último momento de su vida, se arrepintió, y entró en el paraíso. ¿Quiere usted esperar hasta el ultimo minuto de su vida?… Bueno, nadie quiere ser ave de mal agüero, pero, es que hay que decirlo, sí, nadie, nadie sabe cuándo dará su último suspiro. Y usted tampoco.
Yo le sugiero que ahora mismo entregue su vida a Jesucristo; porque “en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”.
Bendiciones.